Debemos separar una acción de protección a nuestros hijos que se da de vez en cuando, de lo que es un estilo de crianza basado en la sobreprotección. El proteger a nuestros hijos en alguna situación o peligro concreto, es algo inherente a todo padre o madre. Por ejemplo, cuando nuestros niños eran bebés, le hemos quitado de sus manos un objeto pequeño por el riesgo que esto podía ocasionar si era llevado a su boca. No sólo es algo natural protegerlo, ¡ES NECESARIO!
Es muy diferente cuando nuestros miedos y temores sobre el cuidado físico y mental de nuestros hijos, se transforman en una sobreprotección permanente. Por ejemplo, cuando no les permitimos hacer determinadas actividades, asistir a sitios, etc, porque tenemos temores comprensibles y la sobreprotección se convierte en nuestra premisa principal. Allí es cuando verdaderamente no los ayudamos.
Algunas de las consecuencias de sobreproteger a nuestros hijos pueden ser:
- Baja autoestima
- Ansiedad
- Llevar una vida retraída y tímida en exceso
- Sensación de inseguridad y dependencia (falta de autonomía)
- Falta de confianza en sí mismo
- Escaso desarrollo en habilidades sociales
- Falta de iniciativa propia
- No asume la responsabilidad de sus actos
- No se siente útil
- Pueden tener dificultades en el aprendizaje
- Presentan dificultad para tomar decisiones
- Manifiestan tendencia a la depresión
A los padres que practican este estilo de crianza y que tienen miedos y temores vinculados a la seguridad de sus hijos, no les resulta fácil dejar de sobreprotegerlos.
Aquí les dejo algunos tips que pueden ayudarles:
- Dejen que su hijo se enfrente a los conflictos y obstáculos, para encontrar por sí mismo la forma de resolverlos.
- Trátenlo conforme a su etapa de vida. Observen si los demás niños de su edad ya realizan ciertas actividades. Si es así, habría que reflexionar; ya puede ser la edad adecuada para hacerlo… y dejar los temores a un lado.
- Ofrézcanle oportunidades para que pueda relacionarse con otras personas, pasando un tiempo sin la presencia de los padres o al cuidado de otros adultos cuando son niños.
- Dejen espacio para su intimidad. No asfixiarlo con preguntas ni con un control estricto.
- Establezcan límites claros.
- Debe aprender que las cosas se consiguen con esfuerzo.
- Acepten al niño con sus virtudes y sus limitaciones.
Recordemos siempre que en la crianza de nuestros hijos, lo importante es tratar de ver nuestras equivocaciones y limitaciones como padres, distinguirlas, reflexionar sobre ellas y así poder restaurarlas a tiempo.