Si le preguntamos a la mayoría de las personas que entiende por narcisismo, seguramente pensarán en personas arrogantes, fanfarronas o quizá en aquellas que estén muy pendientes de su estética.
Sin embargo, este perfil de personalidad va más allá de esto. Existen diferentes «tipos», algunas encubiertos, que condicionan la forma de ser de las personas y de relacionarse con los demás.
Desde niños, el narcisismo está presente en su máxima expresión y a medida que vamos siendo educados, nuestro nivel de empatía y sentido de pertenencia social va condicionado nuestra conducta, nuestros valores y creencias al igual que a nuestra identidad. Quienes somos, en gran parte, está condicionado por lo que nos han dicho nuestros padres o cuidadores primarios. Sin embargo, ¿qué pasa en el niño cuando en vez de ser valorado, cuidado y afirmado por sus progenitores creció en un contexto de descalificación, inseguro o violento? El narcisismo actúa como un mecanismo de compensación para sobrevivir a tan adversa infancia.
Por otro lado, si el niño crece en un hogar donde permanentemente es el centro de atracción o se cría un contexto de sobreprotección o atención excesiva por parte de los padres esto puede ayudar a desarrollar un falso yo, una autoestima inflada de nada junto a una necesidad constante de validación externa.
Todas las personas tenemos un cierto nivel de narcisismo, un narcisismo sano solemos llamarlo. Este nos permite tener un adecuado nivel de cuidado, autorespeto y amor propio.
Pero que ocurre cuando este patrón de personalidad se observa de manera acentuada? La persona puede tener lo que se llama según el DSM5: Trastorno de la personalidad narcisista.
El DSM5 es un manual donde se clasifican todos los trastornos mentales. Se utiliza para el diagnóstico y para definir los tratamientos. Es publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y es considerado una referencia ampliamente aceptada en el campo de la salud mental. Actualmente se tiene la 5ta. Edición.
El trastorno de Personalidad Narcisista, pertenese al Grupo B 301.81 (F60.81) y lo define como un patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y se presenta en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:
1. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos).
2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado.
3. Cree que es “especial” y único, y que sólo pueden comprenderle o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
4. Tiene una necesidad excesiva de admiración.
5. Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas).
6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha de los demás para sus propios fines).
7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
8. Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia de él.
9. Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.
Teniendo 5 de estos nueve, se puede diagnosticar sin duda alguna.
Lo que suele suceder, es que en la práctica o en la vida real, no todas las personas tienen esta sintomatología o estos rasgos tan marcados o presentes. De hecho, existen distintos tipos de narcisismo uno de ellos llamado el encubierto donde la persona en vez de tener sentimientos de grandeza, suele utilizar de forma inconsciente o consciente la técnica de la victimización para llamar la atención. Pero esto, es tema para otro post.